Posiblemente te hayan hecho esta pregunta muchas veces cuando eras pequeño. Pero, ¿qué pasa si te la hacen ahora?
Te parecerá increíble, pero hay mucha gente que a tu edad todavía no sabe lo que va a ser de mayor. Es posible que haya pasado por varios trabajos y que ninguno de ellos le haya llenado por completo. O es posible que en la época de crisis en la que estamos, haya sufrido un despido o un ERE y ahora le haya llegado el momento de pensar en esta pregunta. O quizá sea por la necesidad de reinventarse a sí mismo.
Pues a todos los que os encontráis en ésta o similar situación os recomiendo el libro "Tu modelo de negocio", un método para saber en qué quieres trabajar. Y recuerda que si ese trabajo todavía no existe, puedes crearlo tú mismo.
Pues sí, esto es lo que empezó a pasarme ayer por la tarde. Mi ordenador de sobremesa se iniciaba, arrancaba Windows y tras pasar la pantalla de introducción de la contraseña, se apagaba. Si esto os pasa, estas son las cosas que tenemos que revisar:
Temperatura del ordenador. Los ordenadores incluyen sensores de temperatura para evitar que se estropeen los procesadores y demás componentes electrónicos por sobrecalentamiento. Muchos incluyen una pantalla de información sobre las temperaturas detectadas en la propia BIOS, a la que podemos acceder pulsando una tecla determinada cuando arranca el PC (suele ser la tecla Supr), como la que se puede ver abajo:
Si veis que los valores están disparados, es que algo falla.
Ventiladores. Para mantener fresquito el ordenador por dentro, éste dispone de uno o varios ventiladores. En un ordenador de sobremesa, suelen tener ventiladores la fuente de alimentación y el procesador, y probablemente también la caja lleve adosado uno a la pared trasera. Si tenéis una tarjeta gráfica no integrada en el procesador, también es muy probable que lleve su propio ventilador. En esta imagen podéis ver la situación típica de los diferentes ventiladores.
En el caso de los portátiles, suele haber un único ventilador que refrigera todos los componentes. Eso sí, es más difícil acceder a él que en un ordenador de sobremesa.
En cualquier caso, comprobad que todos ellos giran correctamente. Y comprobad también que no hay polvo obstaculizando la entrada y salida de aire de cada ventilador. Es asombroso la cantidad de polvo y pelusas que se introducen en un ordenador tras unos meses de uso, por muy limpia que tengas la casa. Un aspirador de mano suele venir bien para "desempolvar" el interior del ordenador.
Memoria. Puede pasar que un mal contacto o un chip estropeado hagan que el ordenador se cuelgue. Si tienes varios módulos de memoria, quita todos menos uno y mira a ver si se vuelve a apagar el ordenador y luego ve probando con cada uno de los otros. Así detectarás cuál es el módulo estropeado. En la foto puedes ver el aspecto que suelen tener estos módulos.
Placa base. Revisa los condensadores de la placa base: si están hinchados (como el de la izquierda de la foto), puede ser la causa. Desgraciadamente, esta es la avería más dolorosa, porque implica cambiar toda la placa (y posiblemente, si el ordenador tiene varios años, algún componente más, salvo que recurras a la segunda mano).
Problemas software. Un driver recientemente instalado o un virus también pueden ocasionar problemas. Arranca Windows en modo a prueba de fallos y pasa el antivirus. También puede ser útil el volver a un punto de restauración anterior.
¿Que cuál era mi problema? La entrada de aire al ventilador de la fuente de alimentación estaba llenita de polvo: una pasada de aspirador y todo solucionado.
No sé vosotros, pero cuando vuelvo de vacaciones después de haber estado varias semanas fuera, me gusta recorrer mi casa y mirar con cariño todas esas cosas que he echado de menos en el hotel, apartamento, tienda de campaña o lo que sea. Y esta vez no ha sido una excepción...
Así que ahí estaba yo, sudando tras descargar los 520 litros de maletero del coche (y algunos litros más cortesía del espacio disponible a los pies de los niños), y empezando a recorrer la casa para ver esas cosas tan familiares de las que tenía morriña.
El sofá seguía ahí, con mi silueta esculpida en ese rinconcito donde me sentaba a descansar, ver la tele y demás actividades sin necesidad de gran actividad cerebral.
También seguía en su sitio esa cama de colchón mullido y almohada del grosor y dureza escogidos a conciencia tras infinidad de tiendas de descanso recorridas. Esa combinación de colchón y almohada que ni los hoteles más caros consiguen ofrecerte.
Así que como lo más añorado seguía en su sitio, cogí el teléfono para llamar a mi madre y, como todo buen hijo, decirle que habíamos llegado bien. En ese momento, me di cuenta de que había una cosa que había olvidado comprobar y que también echaba de menos.
Ahí estaba, en la pantalla del teléfono: ese símbolo formado por tres arcos que indicaba cobertura WiFi. Tras semanas de "naufragar" por la web a 128 kbits/s porque había agotado el giga de datos a máxima velocidad, aquello era como el maná del cielo. Interneeeeeeeet, que diría Enjuto Mojamuto.
No obstante, incluso en ese momento de euforia, me acordé de llamar a mi madre...aunque media hora más tarde.
Si recordáis mi anterior post sobre cómo publicar tu libro en internet, después de haber lidiado con el formato físico, con el electrónico, con Lulu y Kindle, nos habíamos quedado a la espera de ver cómo se publicaba en la tienda de Apple, la iBookstore. Vamos a recordar brevemente los pasos que ya habíamos dado:
A finales del año pasado, me compré un iPad 2 para navegar por internet y consultar el correo cómodamente desde el sofá (nota: el 21% de los hombres y el 12% de las mujeres usan este dispositivo en el baño), pero también para utilizarlo como lienzo para pintar (ideas, diagramas de arquitectura, dibujos, etc). Así que tras el dispositivo en sí, lo siguiente era comprar un "lapicero" compatible con pantallas capacitivas.
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